DESCALZA | Negocios, caos y vida real sin filtros

DESCALZA | Negocios, caos y vida real sin filtros

Share this post

DESCALZA | Negocios, caos y vida real sin filtros
DESCALZA | Negocios, caos y vida real sin filtros
MiniReto: día 2 - Háblate bonito, venga

MiniReto: día 2 - Háblate bonito, venga

¿Autoexigencia para honrar a nuestras ancestras?

Avatar de Txell Costa
Txell Costa
abr 01, 2025
∙ De pago
11

Share this post

DESCALZA | Negocios, caos y vida real sin filtros
DESCALZA | Negocios, caos y vida real sin filtros
MiniReto: día 2 - Háblate bonito, venga
8
3
Compartir

La autoexigencia no es sinónimo de excelencia. Es sinónimo de agotamiento.

Nos han vendido que hay que esforzarse hasta el límite, que el éxito es para las que madrugan más, trabajan más y dan más de sí mismas. Pero, ¿qué pasa cuando la exigencia no nos hace mejores, sino más rígidas? Cuando en lugar de impulsarnos, nos atrapa en una jaula de “no es suficiente”.

De esto hablo con más detalle en mi segundo libro. Porque la sociedad nos machaca vivos con todo lo que nos falta, y el sistema educativo en particular.

Voy a contarte de dónde vengo, no por ego, sino porque seguramente tu historia y la mía se parezcan un montón. En mi casa, mi madre, mi abuela… han sido unas jabatas que te han tirado del carro por narices. Han necesitado ser puntales fuertes. Y esta ha sido su herencia, la gran voluntad que llevo en mi ADN que me ha dado muchas cosas buenas en la vida.

“Por cojones” (constancia, voluntad… a cualquier precio, algo que NO es bueno) conseguí ser la primera de la clase en el instituto. Con una notaza que te mueres en la selectividad para poder estudiar periodismo en la pública (no vengo de familia bien, ni familia con contactos, mis abuelos eran carpinteros y fabricantes de calcetines; pero en mi casa nunca ha faltado cultura, teatro, poesía, libros y mirada crítica).

He sido la primera mujer de mi familia en estudiar carrera. En emprender mi propio negocio. En divorciarme. En vivir y viajar sola por el mundo.

Mi madre y mi abuela siempre potencian esta valentía mía: “sigue, sin miedo… pero abrígate y vigila”. La dicotomía. Se ven en mí.

He podido elegir mucho, en este sentido.

¿En qué he sentido no he podido elegir? En escucharme (el silencio del que hablábamos en el MiniReto de ayer).

Lo he hecho, como te decía, “por cojones”. No fue solo constancia, fue empujarme más allá de mis límites sin escucharme, sin respetar el tiempo, ni el cómo individual, sino que compraba las recetas ajenas.

No me he dejado en paz.

No me he parado a pensar que estaba haciendo historia. Y TÚ TAMBIÉN. Literalmente. Porque estamos haciendo cosas que nuestras ancestras nunca pudieron hacer. Y las acumulamos y normalizamos como si fueran súper fáciles. Y NO LO SON.

Vamos a aterrizarlo en un ejercicio sencillo pero poderoso.

Ejercicio de hoy

Por eso, el ejercicio que te propongo hoy es honrar quién eres y de dónde vienes: ¿Por qué trabajas tanto? ¿Por qué te exiges tanto? ¿De dónde viene ese perfeccionismo y exigencia? ¿Qué tuvieron que resistir tu madre, tu abuela…?

Poner palabras a las cosas es sanador y quizás te ayude a ser más compasiva contigo misma. Para que empieces a verte de otra manera, no midiendo tu valor por lo que haces, sino por lo que eres. ¡Mira quién eres! ¡Mira dónde estás y lo que estás haciendo en este preciso momento, querida! Me emociono imaginándote: estás poniendo en valor a tu familia, a ti misma, todo para tener un negocio rentable que ayude a los demás. ¡¿Te das cuenta de lo bonita que eres por dentro¿?!

Y, cuando lo eres contigo, también lo eres con los demás.

Porque la “exigencia”, entendida como voluntad, solo es útil cuando los miedos nos frenan y/o condicionan y no nos permiten ser al 100%.

Deja de empujarte. Escucha tu propia voz.

¿Esta presión te ayuda o solo te desgasta?

¿Qué pasaría si bajaras ni que fuera un 10% la exigencia?

Compartir

Mañana seguimos. Pero hoy, date un respiro. Te lo has ganado.

Y para las suscritas, ahora viene mi striptease y confesión.

¿Por qué solo para ellas?

Os cuento.

Mi autoexigencia me ha llevado a bloquear mi inglés. A pesar de haber estado trabajando en Inglaterra, Estados Unidos, Canadá… cuando hablo en inglés delante de los clientes me bloqueo. Solo cuando trabajo. Fuerte, ¿eh? Puedo hablar con desconocidos, con mi pareja… PERO cuando hablo de negocios en inglés me quedo literalmente en blanco.

Llevo más de un año trabajando en este bloqueo irracional. Y me he dado cuenta de que todo es por autoexigencia y la carga emocional que le estoy metiendo. Creo que la gente espera de mí un nivel de inglés que te cagas por el hecho de ser “Txell Costa” (como si mi marca fuera la de un superhéroe) y porque en mi trabajo necesito de muchos anglicismos (como la botánica en latín). Me he metido tanta presión con el “qué pensarán” y he dado tanta importancia al feedback de otros que quizás tenían más facilidad que yo por los idiomas que me he terminado anulando.

Así que lo que voy a hacer por primera vez en mi historia es grabar un audio en inglés. Me ha inspirado a hacerlo mi profe, una referente para mí en autocompasión. Una mujer que no se exige ni busca el perfeccionismo. Una mujer que mira el día a día con dulzura, que autoreconoce que, con solo ser ella, ya aporta valor. Porque es consciente de lo que sabe y de las ganas que tiene de vivir la vida y aprenderla (¿existe esta expresión, ‘aprender la vida’? Debería).

Dale al play y escucha por primera vez cómo hablo en inglés (no sufras, que si no me entiendes te lo traduciré). Forma parte de un ejercicio terapéutico donde, poco a poco, me voy exponiendo a nuevos círculos (primero fue con mis amigas, con mi pareja, después con desconocidos en una cafetería… y mis DESCALZAS son el próximo círculo de confianza). GRACIAS por ser refugio y permitirme hacer este ejercicio con vosotras. Quizás, pronto, me sienta seguro para exponerme a más y más personas.

Y esto, más allá de ser un reto personal, es exactamente lo que trabajo con mis clientas. Cuando nos liberamos de la autoexigencia y del miedo a no ser suficientes, tomamos mejores decisiones, creamos empresas más sostenibles y empezamos a trabajar desde el disfrute, no desde el castigo. Yo les doy objetividad e indicadores para que sepan cuándo soltar sin que el negocio se resienta. Porque no se trata de trabajar más, sino de trabajar mejor.

Esta publicación es para suscriptores de pago.

¿Ya eres suscriptor de pago? Iniciar sesión
© 2025 Meritxell Costa Romea y Marketing for Happy Minds SL
Privacidad ∙ Términos ∙ Aviso de recolección
Empieza a escribirDescargar la app
Substack es el hogar de la gran cultura

Compartir