Operación verano 2: Sin límites, no hay paraíso (ni vacaciones)
Si en verano no puedes parar, es que tu negocio tiene un problema
✔️ Este contenido forma parte de Operación Verano.
✔️ En julio trabajamos automatización, ventas y fidelización.
✔️ En agosto profundizamos en dinero, límites y liderazgo real.
✔️ Puedes comentar, compartir y volver siempre que lo necesites.
Hace unas semanas, vimos que los límites son importantes para construir una buena marca personal.
Si no defines cómo trabajas, qué aceptas y qué no, tu negocio se basa en una improvisación constante y tus clientes terminan dictando las reglas. Muy heavy, porque tú decidiste emprender para ser libre… (ehem, ehm).
Pero en verano, esta situación se evidencia aún más:
Tienes miedo de que, si no respondes en agosto, te olviden.
Sientes que, si no sigues en redes, el algoritmo te castigará.
Te cuesta decir ‘no’ a un cliente que quiere algo ‘rápido’ en mitad de tus vacaciones.
Aquí es donde la teoría de los límites se encuentra con la práctica real, cual guapo que anda por la calle y choca con una guapa que va cargada en una peli ñoña de Netflix.
Hoy en DESCALZA te comparto:
Cómo los límites se ponen a prueba en verano (y cómo mantenerlos sin que afecten a tus ventas).
Un listado para identificar qué límites en tu negocio deben seguir firmes en cualquier época del año.
Un audio donde te comparo un negocio con y sin límites, para que veas las diferencias de funcionamiento y cómo resolverlo.
Si alguna vez te ha pasado que terminas trabajando en vacaciones “solo un poquito” y luego te arrepientes, este contenido es para ti.
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Y si te unes, te contaré casos como el de Carla, diseñadora freelance que durante años trabajó con un modelo de facturación basado en horas. Vendía packs de 5, 10 o 20 horas de diseño para que los clientes “compraran su tiempo”. El problema era que, si el proyecto se alargaba por culpa del cliente, terminaba trabajando gratis.
También tenía que justificar en qué invertía cada minuto, como si estuviera en una oficina con un jefe revisando su pantalla.
Un día, cansada de sentir que su negocio le quitaba más de lo que le daba, decidió cambiar su enfoque. En lugar de vender horas de trabajo, empezó a vender un servicio estructurado de rebranding exprés, con un proceso claro, plazos definidos y un número limitado de revisiones.
¿Qué pasó?
Dejó de atraer clientes que querían exprimir cada hora hasta el último minuto.
Atrajo negocios que valoraban la claridad, la rapidez y la calidad del resultado.
Subió sus tarifas porque ya no vendía tiempo, sino un proceso optimizado que garantizaba resultados.
Empezó a trabajar menos horas y a facturar más.
Este es el primer límite que necesitas en tu negocio: no vender tiempo, sino procesos.
Vamos a verlo, con un listado que te ayude a detectar:
Límites horarios.
Procesos
Precios
Comunicación
También te he incluído un audio de dos minutazos.
Qué maravilla volver en septiembre con todo esto listo, ¿verdad?
Recuerda: Poner límites no es un castigo. Es un salvavidas invisible para ti y tu negocio.