DESCALZA | Negocios, caos y vida real sin filtros

DESCALZA | Negocios, caos y vida real sin filtros

Share this post

DESCALZA | Negocios, caos y vida real sin filtros
DESCALZA | Negocios, caos y vida real sin filtros
Si tienes una pareja caca, tu emprendimiento te costará el doble

Si tienes una pareja caca, tu emprendimiento te costará el doble

Por qué un mal contexto personal puede hundir tu negocio antes de empezar

Avatar de Txell Costa
Txell Costa
abr 16, 2025
∙ De pago
8

Share this post

DESCALZA | Negocios, caos y vida real sin filtros
DESCALZA | Negocios, caos y vida real sin filtros
Si tienes una pareja caca, tu emprendimiento te costará el doble
9
2
Compartir

Cuando hablamos de emprender, a menudo nos centramos en la estrategia, el modelo de negocio, las ventas. Como si el éxito fuera solo una cuestión de hacer los cálculos correctos, de tomar las decisiones “inteligentes”.

Pero hay algo más profundo que rara vez se pone sobre la mesa: el contexto desde el que tomamos esas decisiones.

La narrativa del emprendimiento suele estar plagada de palabras como disciplina, foco, determinación. Como si lo único que necesitáramos fuera quererlo con suficiente fuerza. Pero la motivación no es un fenómeno aislado. No es una chispa que brota del vacío. Depende de lo que nos rodea.

Porque puedes ser disciplinada, organizada, tener una agenda perfecta y ser una máquina de la productividad… pero si el espacio donde tomas decisiones está contaminado de ruido, culpa, agotamiento y cargas que no te corresponden, ¿cómo vas a construir algo que realmente te sostenga?

No se trata solo de cuánto quieres algo, sino de cuánto espacio tienes para quererlo.

Y aquí empieza la verdadera pregunta: ¿Desde qué lugar estás construyendo tu negocio?


Llevo más de 20 años atendiendo a mujeres que quieren emprender.

Y el escenario es mucho menos optimista de lo que podrías pensar, con grandes herencias del machismo y el patriarcado. Y no me refiero solo a que a las mujeres nos cuesta más acceder a rondas de inversión y cuotas de visibilidad, o a que se nos pide mucho más (porque todo el mundo opina de tu físico, de tu contenido, de tu personalidad… de TODO), o porque las mujeres contratamos indistintamente a hombres y mujeres pero a la inversa no (vuelve a leerlo y piénsalo, fliparás), sino porque, además, seguimos haciéndonos cargo de los cuidados de grandes y pequeños.

Y aquí tenemos mucha responsabilidad nosotras.

Responsabilidad en poner límites de todo tipo, porque tú lo vales:

  • A ti misma

  • A los demás.

A ti misma cuando sales de casa preocupada por si te ha quedado bien el pelo. ¿Un hombre haría lo mismo? No, ni de coña.

A los demás cuando permites que otros opinen sobre lo que no deberían, cuando te rebajas a sus expectativas, cuando no preservas lo tuyo.

Y de esto último es de lo que quiero hablar hoy. De los miles de mujeres que he asesorado, no sabes cuántas (¡cuantísimas!) no priorizan ganar su propio sueldo para ser independientes económicamente -naranjas completas, vaya-.

Y que no priorizan tampoco su tiempo y energía, y lo regalan a su pareja, haciéndose cargo de toda la logística familiar: cumpleaños, recogida de los peques, llevarles a la peluquería…

No sé si es primero el huevo o la gallina, pero es vital un contexto sano para emprender, especialmente si quieres hacer crecer tu negocio, lo que es lo mismo que hacerte crecer a ti: en mentalidad, en superación de miedos y de límites autoimpuestos.

¿Cómo vas a reafirmarte delante de un cliente que te pida una bajada de precios cuando no lo haces en casa? Necesitamos personas que nos acompañen.

Porque debemos pedir, claro, y comunicar nuestras necesidades, pero no basta. Si no dejamos de maternar a todo el mundo, de solucionarlo todo nosotras y empezamos a priorizarnos, nunca tendremos el espacio para crecer, avanzar.

Vale, pero… ¿cómo hacerlo sin generar conflicto?
¿Cómo poner límites sin que el otro se lo tome a mal?
¿Cómo cambiar la dinámica sin convertirnos en ‘la mala’ de la película?

Esta situación no solo es un lastre para ti, sino también para las generaciones que vienen. ¿Qué ejemplo les estamos dando?

Esto no va de odiar a los hombres ni nada por el estilo. ESTO VA DE QUERERNOS.

Porque vivimos cargadas de culpa porque no llegamos a nada, no nos da la vida… y nos exigimos en mierdecitas en vez de exigirnos perseguir la vida que merecemos porque vamos cansadas.

Porque la motivación y la disciplina no dependen solo de la voluntad individual, sino del entorno en el que vivimos y trabajamos.

Necesitamos más autocuidado (y no hablo de repetir afirmaciones de autoestima y de darse masajes, sino de entrar en nuestras oscuridades y sanar de verdad para superar aquello que nos hace sentir pequeñas y desalineadas).

Necesitamos redefinir el manido concepto del empoderamiento, porque no es siempre hacer lo que te pide el cuerpo -a veces tu cuerpo tiene patrones aprendidos que no te benefician-.

Y necesitamos profesionalizar nuestro negocio, porque puedes estar motivadísima pero terminar quemada porque no tienes procesos bien definidos o tienes un modelo de negocio que no tiene nada que ver contigo, tu estilo de vida, tu personalidad y tus valores. Que parece que todo el mundo tenga que vender servicios grupales, cursos online, y no. Ya ves que el modo “tonto motivado” en automático tampoco sirve de nada.

¿Que soy una persona disciplinada y productiva? Sí, y tengo mucha fuerza de voluntad. Pero la justa, para no exigirme demasiado, que de eso me han enseñado mucho el negocio y mi psicóloga, pero también tengo un entorno que me facilita que así sea. Y tengo una pareja que, sin que tenga que decírselo, se lleva a los peques al parque para que pueda concentrarme con un proyecto que me preocupa, tomarme una siesta, o reserva en un restaurante para que podamos hacer de novios. Y ojo: aquí la clave está en entender que no me está haciendo un favor, sino que estamos construyendo carreras profesionales individuales y un proyecto de vida/familiar en común: si a mí me va bien, a él también le irá bien, y viceversa.

El entorno influye enormemente en la conducta y los hábitos. O sino que se lo digan a alguien que quiere ser vegetariano en un entorno de carnívoros. O cuando tú quieres cambiar y tu entorno te repite sin cesar “con lo que tú eras”…

El problema no es que te falte voluntad. Es que estás tomando decisiones desde un espacio de cansancio, culpa y autosacrificio.

Y esto no solo te afecta a nivel personal. Si te pasas el día apagando fuegos en casa, si sientes que el negocio es lo último en la lista, si te ves obligada a trabajar en huecos y sobras de tiempo… no es raro que no esté creciendo. No es que te falte talento, estrategia o motivación. Es que la falta de apoyo y la sobrecarga de tareas te están drenando la energía que necesitas para tomar decisiones, vender y escalar.

Si esto te ha removido, es porque en el fondo ya sabes que algo tiene que cambiar. Pero, ¿cómo hacerlo sin conflicto? ¿Cómo salir del bucle sin sentir que estás traicionando a los demás?

Aquí viene lo importante: en la parte premium te explico cómo cambiarlo de verdad, con estrategias que puedes empezar a aplicar hoy mismo:

  • Poner límites sin conflicto (ni guerra, ni culpa, ni desgaste emocional).

  • Lograr que tu pareja y familia tomen en serio tu negocio sin tener que justificarte.

  • Dejar de hacer malabares con todo y empezar a priorizarte sin sentirte egoísta.

  • Blindar tu energía y tiempo para que tu negocio no sea lo último en la lista.

Esta publicación es para suscriptores de pago.

¿Ya eres suscriptor de pago? Iniciar sesión
© 2025 Meritxell Costa Romea y Marketing for Happy Minds SL
Privacidad ∙ Términos ∙ Aviso de recolección
Empieza a escribirDescargar la app
Substack es el hogar de la gran cultura

Compartir