Situación sentimental: felizmente cansada
Una reflexión brutalmente honesta sobre el amor en pareja, la maternidad y ese agotamiento que nadie te cuenta pero todas sentimos
Si este tiene que ser un espacio íntimo y de confesiones, que se note: ya hace algunos meses que vivo en un nuevo estadio vital, una dualidad rara, donde conviven el glow de la felicidad y los ojos de cansada. Ojo, no lo digo yo, son palabras vuestras que me llegan a menudo.
[(- Sí, esta combinación glow/mirada de zombie es posible.
-Y sí, es brutal cómo personas que apenas me conocen opinan de mi físico a través de mensajes privados o comentarios en conferencias. Esto daría para otro melón que, tarde o temprano, abriremos, for sure).
((Otro melón, ya puestos:
voy a escribir como hablo yo en mi día a día, y yo hablo como los jóvenes, con anglicismos. Y hago faltas. Y al hablar no uso cursivas, obvio ajaja. Así que aquí me daré la licencia poética de no revisar demasiado, de escribir a chorro, porque si releo me autocensuraré y es lo último que quiero. Me pagas para que sea yo, muy yo, ¿verdad? Pues nada de filtros y que la cabeza no se entrometa entre el teclado y el corazón)).]
Total, a lo que iba: hace unos meses que vivo felizmente cansada porque mi pareja actual tiene 2 peques.
2 PEQUES.
He pasado de vivir sola, en medio del campo, con dos gatos y rodeada de silencio…
a ser… ¡pum! 4 + 2 peludos. Una revolución tremenda de alegría, mocos, y riesgo constante de piojos.
[(((Tercer melón. Cómo me estoy soltando, oye.
Pero es que en mi vida anterior, de soltera rollo Sex in the city, con sus vinitos, sus escapadas… NADIE nombraba los piojos. Y ahora los piojos, el asco que me dan y el picor salen CONSTANTEMENTE en conversaciones de mi alrededor. He descubierto que mis amigas son doctoras honoris causa de esta temática, ¡qué calladito se lo tenían! Amablemente, todas me han pasado enlaces de productos para prevernilos, temiéndose lo peor, con la mata de pelo que yo tengo. He encontrado un spray con olor a fresa que lleva aceite de te verde y aloe vera que me cuida el pelo que no veas, palabrita))).]
Pues eso. Que me he convertido (odio esta palabra) en “madrastra”.
Una querida amiga socióloga coincidió conmigo en que este término es la peste. Y estuve informándome y leyendo sobre crianza consciente, y descubrí que los americanos (que se inventan de todo) han rebautizado las madrastras como “bonus mum” o “co-mami”. Así que mi pareja y yo hemos optado por definirme como “co-mami” cuando hablamos con otros adultos. Para los peques, soy “Meritxell” y punto, porque ellos son mucho más listos y no les hacen falta las etiquetas.
-Papá es el mejor papá del mundo. Y tú la mejor Meritxell del mundo - soltó la peque el otro día tan pancha. Como si hubiera una categoría enorme de Meritxells. No sabéis lo que me está enseñando esta fenómena, pedazo espejo.
Pues eso. Que mi vida ha cambiado. No solo porque, sin darme cuenta, incluso cuando estoy sola, voy por casa cantando La Vaca Loca*, o porque el tipo de relación que tenemos es completamente distinta de las demás por toda la logística familiar y la combinación de roles, sino porque mis prioridades han cambiado.
Por un lado, como había visto en tantas madres, me encanta cuando los viajes de trabajo terminan antes de la hora para llegar a casa y contarles un cuento. Ni que sea verlos media hora, me parece un regalazo.
Y, por otro lado, me sorprendo al verme cómo me cuido. Es decir: siempre había pensado que sería la típica madre que me perdería de tanto cuidar, en plan salvadora. Esas madres que se desdibujan y no se reconocen por el overdelivery que hacen. Lo pensaba por mi histórico, propio y familiar. Pero, supongo que por todo el trabajo interno de años, no está siendo así. Me sorprendo acompañándome con cariño y paciencia cuando estoy cansada, regulando mi energía, o pidiéndole a mi chico hacer turnos para descansar.
Es como si la vida me hubiera “preparado” para este momento. Me siento fuerte emocionalmente para abordarlo (teniendo en cuenta que en su día intenté una adopción y una FIV que no funcionaron) y físicamente (me siento disponible para jugar al pilla-pilla o llevarlos en brazos tanto como sea necesario, y eso es un regalazo que incluso me emociona, teniendo en cuenta mi experiencia con la endometriosis).
Y tooodo esto se nota en la empresa.
Se nota en un liderazgo mucho más maduro, al grano, de toma de decisiones estratégicas y rápidas. Ya no nos andamos con rodeos, somos una piña y vamos a la una, casi con telepatía (y eso que somos 5 socios repartidos por media España). “Aporta o aparta”. La coherencia interna es nuestro norte.
Se nota en que, más que nunca, soy una firme defensora de los OKRs y los procesos. ¿Qué son? Pues tener los objetivos meridianamente cifrados, para saber hacia dónde vas, qué estás conseguiendo, el coste de tiempo y dinero de todo ese camino.
Se nota en la inspiración que me dan los peques. Los primeros meses con ellos me frenaba, porque apenas nos estábamos integrando todos como familia y sentía que era pronto para que se vieran cuentos o juguetes al fondo en mis redes. Pero en mi cabeza todo lo que vivía como co-mami era inspiración para un post jajajaj ¡Que hasta Luli Pampin -una de las cantantes favoritas de nuestra casa- tiene una marca y modelo de negocio brutal! jajajajjaj
Ven, que te lo cuento con más detalle. ¡Dale al play!
No me alargo más.
Espero que esta ventanita a mi vida te haga sentir más acompañada.
Que te inspire.
Que te ayude a ver que “en todas partes cuecen habas”.
Gracias por estar aquí.
Me gustará leerte en comentarios :)
PD Si te has preguntado, por casualidad, si he tenido miedo de hablar públicamente -como en este escrito de mi nueva situación familiar- te diré que sí y no.
No es miedo.
He querido ser cauta y responsable, primero con mi pareja y los niños, con la madre de los peques, y también con mis amigos y familiares. Ellos van antes que nada y debían ser los primeros en saberlo. De hecho, no cuelgo nada relacionado con los niños que no haya leído antes mi pareja, como este artículo. Y nunca salen sus nombres, ni sus caritas, obvio.
Pero es algo natural, que no puedo ocultar. Como cuando aparecen, sin quererlo, los gatos en un directo. Así que mejor normalizar las cosas y construir marcas reales, ¿no te parece?
*Lapsus bestial que ha detectado mi pareja: “Sólo tienes que cambiar “La Vaca Loca” por “La Vaca Lola” (o “La Vaca que me vuelve loca”) 😜🤣”