El coste energético de tu negocio
El indicador que nadie nos ha enseñado a medir
Nos han enseñado a medirlo todo: ingresos, gastos, horas trabajadas, likes en Instagram. Pero, ¿quién nos enseñó a medir el coste energético y emocional de cada decisión, tarea o interacción?
Piensa en esto:
Responder un email tras otro quizás no te lleva mucho tiempo, pero si cada email lleva una pequeña carga emocional, al final del día estarás drenada.
Atender a un cliente que no valora tu trabajo consume mucho más que tu tiempo: consume tu confianza y tu calma.
Delegar una tarea que no te gusta, por otro lado, puede devolverte energía y motivación.
Y fíjate en las consecuencias: después de un día agotador (revisando correos, atendiendo reuniones y resolviendo problemas de última hora con clientas), sales del trabajo agotada pero con la sensación de no haber hecho nada realmente importante. Llegas a casa y no tienes tiempo para tu familia. “Mañana jugamos, ¿vale? Mamá está cansada.” HORROR.
Mamá no se ha dado la energía que merecía para ella y los suyos.
Tu descanso no es una debilidad
Hemos crecido en una cultura que glorifica la productividad, que ve el descanso como una debilidad y que empuja constantemente hacia la próxima meta. Nos enseñaron que si paramos, perdemos.
Pero, ¿y si te digo que no es cierto?
Descansar no es ser vaga. Es estrategia.
Esta prisa constante es el resultado de un sistema que mide nuestro valor solo en función de lo que hacemos.
Te propongo algo:
Permítete parar. Reflexiona. Termina de verdad antes de comenzar de nuevo.